Ya estamos comenzando el verano. Estamos ultimando las tareas del trabajo para poder llegar sin problemas a nuestro merecido descanso veraniego. En nuestra cabeza, imaginamos lugares, actividades que realizar en familia o con amigos, las comilonas en nuestros restaurantes favoritos, los libros que vamos a leer que no hemos podido ni tocar en todo el año… Y de repente empieza el calor de manos de una ola africana. Nos ponemos a 40 grados sin darnos cuenta y nuestro cuerpo se resiente.

El cuerpo comienza a reaccionar

Nuestro cuerpo es sabio. Sabe adaptarse a los factores externos, no solo a la temperatura, sino que, también, a la humedad, la presión, el cambio de actividad, de alimentación… en definitiva, si tenemos una máquina bien engrasada, todo funcionará como un reloj.

Pero eso es muy complicado, ninguno somos, de momento, Terminator. Sobre todo cuando influyen factores genéticos o ambientales que no podemos controlar y que nos ponen a prueba año a año.

De un tiempo a esta parte, las numerosas olas de calor, el aumento brusco de temperatura y el cambio de presión hace que algunas enfermedades latentes se manifiesten o, en caso de padecerlas, se acentúen.

El boom de las enfermedades venosas

Es el caso de la patología vascular venosa. Ante el exceso de calor las venas se dilatan y aumenta la permeabilidad capilar, con lo que se produce un edema e inflamación. Es lo que produce las molestias de las varices.

El corazón tiene mucha fuerza para impulsar la sangre por las arterías pero poca para absorber la sangre retornada por las venas. Sobre todo cuando se trata de las piernas ya que la gravedad actúa y hace más complicado ese retorno. Para facilitarlo, las venas profundas están encapsuladas en los músculos para que, gracias al movimiento, empujen la sangre hacia el corazón.

Es por tanto fácil suponer que nuestra forma de vida, cada vez más sedentaria, es bastante perjudicial para nuestras venas. Si le añadimos el calor de esta época del año, pues tenemos bastantes papeletas para que pasemos un verano molesto con dolor en piernas y pies cansados. Y no digamos si acompañamos el coctel con otros factores como obesidad, hipertensión, diabetes…

No todo está perdido

Pero llegar al verano también tiene sus ventajas y nos da la oportunidad de retomar el contacto con nuestra salud. Tenemos que aprovechar el tiempo libre, por poco que sea, para cuidarnos. Aparcar por unos días el estrés laboral nos va a facilitar descansar correctamente, tomarnos nuestro tiempo para realizar actividades lúdicas, comer adecuadamente, etc. Nos da la oportunidad de tomar conciencia positiva de nuestro cuerpo, en definitiva.

Hacer deporte nos ayudará a movernos y “desatascar” el sistema circulatorio. Pero no hay que volverse loco, no queramos emular a Indurain ni hacer un maratón por semana. Se debe realizar un ejercicio de leve a moderado, mas si cabe cuando llevamos una vida sedentaria de oficina y poco movimiento.

Andar una hora al día, preferiblemente en las primeras horas de la mañana o últimas de la tarde para que no nos dé un golpe de calor, será suficiente para tonificarnos y activar la circulación gracias a la acción de bombeo producida por la planta de los pies. Nadar es un ejercicio perfecto porque, no solo bajamos la temperatura, sino que, evitamos el impacto en extremidades que se produce al correr y las malas posturas que pueden lesionarnos en la bicicleta, sobre todo si no estamos acostumbrados. Además la presión del agua contra nuestro cuerpo ejerce una función de masaje que ayuda a mejorar el retorno circulatorio. Y, no menos importante, es muy relajante.

Come bien, es decir, evita comilonas y digestiones pesadas. Aprovecha para beber zumos naturales que, no solo te mantendrán hidratado, sino que la ingesta de fruta y verdura será muy beneficiosa para tu salud. Eso no quita que, de vez en cuando, puedas darte un capricho y comerte ese chuletón que te espera en tu restaurante favorito.

Simplemente se consciente y que no solo disfrutes del ocio, sino también de tu salud. Aprovecha que el estrés se ha reducido para cambiar el “chip” y veas que llevar una vida saludable nos es tan difícil ni sacrificado. Si logras tomar consciencia y disfrutas de cuidarte sin esa presión tendrás una vida más plena y duradera.

Y, por supuesto, descansa más. Procura parar de vez en cuando y échate con los pies en alto para ayudar al retorno venoso. Puedes ayudar aplicándote cremas de efecto frío o paños de agua helada en la parte inferior de las piernas, tobillos y gemelos. Esto reducirá la inflamación y la congestión de las piernas cansadas.

Nuestro equipo te puede ayudar

Si sigues estos consejos, es posible que cuando pase al calor todo vuelva a la normalidad. Pero si no es así, no te preocupes porque en la Unidad de Patología Vascular estaremos encantados de ayudarte. Valoraremos tu patología venosa y te recomendaremos el mejor tratamiento para aliviar y solucionar el problema.

Si ya padeces de varices o patologías vasculares y tienes dudas de cara a afrontar el verano, pide cita en nuestro centro y te ayudaremos para que puedas disfrutar de tu merecido descanso sin que te pese el lastre de tu patología vascular.

¡Feliz verano!